Artículo publicado en la revista El Granito de Arena de junio de 2022.
«Dolentes» como la Virgen María y san José
En su infinita misericordia, Dios se compadeció del ser humano pecador hasta el extremo de enviarnos a su Hijo para que se encarnara, muriera en la cruz, resucitara y se quedara en la Eucaristía por amor a nosotros. ¿Y nosotros no nos compadecemos de ese Dios abandonado en el Sagrario donde nos espera día y noche? (cf. a modo de ejemplo OO.CC. I, nn. 5, 82, 84). ¿No lloramos cuando escuchamos de países donde solo el 10 o 20% de los católicos comulgan?
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