Artículo publicado en la revista El Granito de Arena de abril de 2022.
Con respuesta
sencilla y generosa
Con ilusión renovada hemos conmemorado en Palomares del Río que hace 112 años, en Huelva, san Manuel González nos hizo partícipes de su anhelo más profundo: contagiar a todos los hombres el amor que brota de la Eucaristía.
Este año lo hemos festejado con especial alegría y gratitud pues, después de mucho tiempo, tres niños de nuestro pueblo: Francisco, Javier y Paula, han dado un paso más de compromiso con la RIE, haciendo más suyo el lema de que no haya «Eucaristía sin niños, ni niños sin Eucaristía». Además diez nuevos hermanos y hermanas han respondido con generosidad a la llamada y al don personal recibido y han hecho su ofrenda de pertenencia a la UNER.
Lo hemos celebrado con una Eucaristía en nuestra parroquia, presidida por nuestro párroco, D. Miguel Ángel Martín. Fue una emotiva ceremonia muy bien preparada por las hermanas Mª del Carmen y Verónica Mª y donde el grupo ha participado con los cantos, monición y lectura. Julián en su bonita monición de entrada dio la bienvenida a cada uno de los que se incorporaban a la Obra, agradeciendo sus gestos de amor a ese Corazón que mana y que palpita en el Sagrario, haciendo también constar la necesidad que tiene el mundo actual de buscar ese amor que es el remedio a todos nuestros males.
Pañuelos e insignias
D. Miguel Ánge,l en su homilía, refiriéndose al Evangelio del día, nos habló también del amor a nuestro «novio» Jesús y del verdadero ayuno, el que Él nos pide, el de asistir al enfermo, dar de comer al que tiene hambre y ayudar al que lo necesite. Tras la homilía, primero los niños leyeron sus compromisos, imponiéndoseles sus pañuelos, y después los mayores hicieron lo mismo recibiendo sus insignias y medallas. Fueron felicitados por nuestro párroco, que les instó a ser fieles al compromiso adquirido, que implica dar una respuesta de amor a Jesús Sacramentado acompañándolo y buscándole compañía en su vida de Sagrario, y especialmente, ya sea personal o espiritualmente, en el que cada uno haya escogido.
Terminó la ceremonia con un canto a nuestra Madre y patrona la Virgen de la Estrella, para que ella nos guíe y ayude a realizar nuestra misión de anunciar en nuestra realidad a Cristo Eucaristía.
Un feliz día vivido con esperanza y alegría, y como tiempo de gracia por el don recibido por cada uno de los nuevos hermanos y por cada uno de nosotros.